Como gancho para comenzar el análisis de la Casa Villa del Rey de Carlos Teixeira, yo podría decir que todo lo se hace hoy en Brasil es referencia, de un modo y otro, la tradición moderna que encantó al mundo en los años 50. O se podría argumentar que la crisis llamada década perdida (los años 80), jugó para todos los valores arquitectónicos y limpió el camino para la intervención de una arquitectura absolutamente desligada de la generación moderna. O se podría decir que todo lo que queda del modernismo brasileño fue una imagen despojada de sus principios transformadores o generadores de una identidad. Pero ninguno de estos argumentos me convence y prefiero creer que una combinación de tradiciones y movimientos coloca a Carlos Teixeira un paso al frente de este debate.
Arquitecto, diseñador, autor, crítico, Carlos Teixeira es uno de los pocos que consigue combinar múltiplos campos de acción con una precisión poco frecuente. En su libro, “Em obras: historia do vazio em Belo Horizonte”, Teixeira hace una lectura de la ciudad donde vive y trabaja a partir de la falta, de ausencia, de los cuales no se ha hecho, lo que no fue diseñado.
Y antes de que la Casa de la Villa del Rey, libro contemporáneo en cuestión, parece que el tema del vacío lleva varias claves para entender el proyecto. Sinónimo de espacio, el vacío como la fuerza motriz de las características de diseño en el caso de las obras de Teixeira, un poder riguroso para mantener la coherencia en la cara de los reveses inevitables de el laborioso proceso de construcción. A diferencia de lo que es la materia, el reverso de la envoltura, el espacio vacío en el área. Que irónicamente decía: ya no está vacío cuando vivía. El vacío sería entonces la precognición o la anticipación de este espacio. Es decir, el vacío como estrategia del propio proyecto, el diseño de un futuro espacio.
Y hay muchos vacíos a que la Casa Villa del Rey se refiere. El vacío del paisaje de baja densidad alrededor de la casa responde a la calle de distancia, tanto en sentido horizontal al desplegar en la segunda mitad de la tierra y en diagonal y vertical, como el suelo de la entrada está situado a ocho metros de la calle.
Llegas por una combinación de rampa y escalera en línea recta. Poco a poco la casa se revela al visitante como una caja ligeramente flexionada y bastante transparente, con seis grandes jardines de 4 por 3 metros que voltean hacia el sur.
Durante el día se puede ver el paisaje del valle atrás de la casa, o sea, un vacío del paisaje de la casa responde como gentileza, lo que es casi invisible desde el punto de vista del espacio público de la calle. Y por lo que parece más vacía de lo que realmente es.
En términos formales, la casa revela un cuidadoso y riguroso trato de un volumen flexionado y recortado sin perder la unidad. La ligera inflexión de la fachada principal parece reaccionar ante el visitante, enfatizando en la portada principal como resultado de una forzada invasión. Pero mientras más se va hacia el interior, el visitante-invasor es premiado con una vista que hace que complete el volumen interno de la casa, en la que los planos suspendidos por la estructura de madera laminada individualizan las diversas funciones. En la entrada está el estar y el escritorio, abajo en la planta baja está el comedor y la cocina, y por encima cuatro dormitorios de niños y uno principal.
La casa daba la impresión de invisibilidad por la generosidad de aberturas y transparencias luminosas, cerca de la realidad es más palpable, más pesado. El concreto no acabado a lo largo de la cocina y la estructura de la fachada principal tiene una materialidad exacerbada por las expuestas amarras de la estructura. Las paredes laterales (una pintada de color rojo oscuro) obligan una lectura unificada del volumen interno. Como en respuesta a otra lógica formal independiente, la estructura de madera laminada encolada soporta los planos que van ocurriendo en el nivel medio, el uno del otro.
Desde la cocina de la planta baja y el espacio del comedor se van articulando la oficina de nivel medio, el hall de entrada, la habitación de un niño y el dormitorio principal en la parte superior. Cómo el vacío se va perdiendo en el interior de la casa (sólo algunas fachadas de los planos tocan los límites de la caja), los espacios van siendo definidos por la escalera, por la posición de los baños, o no se definen de manera alguna. En el dormitorio principal un gran plano móvil-vertical abre su fachada para el resto de la casa, como un muro cortante. La misma estructura sustenta los diferentes planos que se transbordan para la fachada norte del edificio, siguiendo del sombreado y moldura del paisaje que se abren desde la cubierta. Referencia casi explícita al modernismo de Niemeyer sobre la cubierta de un segundo volumen, que se encuentra escondido donde se localizan las áreas de servicio, estudio y laboratorio fotográfico.
Pero si la cubierta es una referencia directa de la arquietctura de Pampulha en los años 40 que se convirtió en hegemónico la década siguiente, la Casa Villa del Rey dialoga con el modernismo brasilero mucho más por la lógica del vacío, la falta. Todo lo que hace mejor y más desarrollada, es el contrario de lo que se convirtió la famosa arquitectura mdoerna brasilera. La forma es rigurosa y sólida, lo opuesto a la ligereza y la permeabilidad de Niemeyer. El acabado es deliberádamente tosco, revelando a la superación del complejo de inferioridad brasilero en relación a la carencia de industrialización de los componentes o la frustración de una mano de obra poco calificada.
La casa Villa del Rey engrosa los detalles del encaje concreto-madera hechos de chapa plegada y tornillos, con la intención de permanencia de alambre fijo visible en el concreto armado, demostrando que la falta es parte integrante del proceso del proyecto.
Como texto del propio Carlos Teixeira que enaltece las cualidades estéticas-formales-sociales de la hierba capim, una hierba común brasilera que persiste en insiste en todos los terrenos, será absolutamente hermosa cuando esté asumida. Pero no todo stá terminado, lo mejor de la casa está en la estructura de la madera laminada encolada que se apoya y se une al volumen de la caja. La tecnología aún está precaria en Brasil, apesar de que producimos (o desperdiciamos en forma de aserrín y desechos) enormes volúmenes de madera bruta, el uso de la madera laminada encolada inaugura una posibilidad constructiva absolutamente coherente con el manejo sustentable de las áreas naturales y las posibilidades digitales del proyecto y fabricación de construcción.
La Casa Villa del Rey, la tecnología de la madera laminada encolada y el pegado de precisión high tech para la rigurosidad del concreto y los detalles de encaje, dialoga también con el modernismo brasilero por la misma lógica de la falta del vacío. Si la mayoría de las críticas respecto de la arquitectura moderna brasilera apunta para una exuberancia formal casada con el bajo desenvolvimiento tecnológico, la Casa Villa del Rey responde a esta pregunta con precisión: refinamiento tecnológico, rigor formal y discreción.
Arquitectos: Carlos M Teixeira (Vazio S/A)
Ubicación: Nova Lima - Minas Gerais, Brazil
Área: 270.0 m2
Año Proyecto: 1999
Fotografías: Eduardo Eckenfels, Jomar Bragança, Carlos Teixeira
Arquitecto, diseñador, autor, crítico, Carlos Teixeira es uno de los pocos que consigue combinar múltiplos campos de acción con una precisión poco frecuente. En su libro, “Em obras: historia do vazio em Belo Horizonte”, Teixeira hace una lectura de la ciudad donde vive y trabaja a partir de la falta, de ausencia, de los cuales no se ha hecho, lo que no fue diseñado.
Y antes de que la Casa de la Villa del Rey, libro contemporáneo en cuestión, parece que el tema del vacío lleva varias claves para entender el proyecto. Sinónimo de espacio, el vacío como la fuerza motriz de las características de diseño en el caso de las obras de Teixeira, un poder riguroso para mantener la coherencia en la cara de los reveses inevitables de el laborioso proceso de construcción. A diferencia de lo que es la materia, el reverso de la envoltura, el espacio vacío en el área. Que irónicamente decía: ya no está vacío cuando vivía. El vacío sería entonces la precognición o la anticipación de este espacio. Es decir, el vacío como estrategia del propio proyecto, el diseño de un futuro espacio.
Y hay muchos vacíos a que la Casa Villa del Rey se refiere. El vacío del paisaje de baja densidad alrededor de la casa responde a la calle de distancia, tanto en sentido horizontal al desplegar en la segunda mitad de la tierra y en diagonal y vertical, como el suelo de la entrada está situado a ocho metros de la calle.
Llegas por una combinación de rampa y escalera en línea recta. Poco a poco la casa se revela al visitante como una caja ligeramente flexionada y bastante transparente, con seis grandes jardines de 4 por 3 metros que voltean hacia el sur.
Durante el día se puede ver el paisaje del valle atrás de la casa, o sea, un vacío del paisaje de la casa responde como gentileza, lo que es casi invisible desde el punto de vista del espacio público de la calle. Y por lo que parece más vacía de lo que realmente es.
En términos formales, la casa revela un cuidadoso y riguroso trato de un volumen flexionado y recortado sin perder la unidad. La ligera inflexión de la fachada principal parece reaccionar ante el visitante, enfatizando en la portada principal como resultado de una forzada invasión. Pero mientras más se va hacia el interior, el visitante-invasor es premiado con una vista que hace que complete el volumen interno de la casa, en la que los planos suspendidos por la estructura de madera laminada individualizan las diversas funciones. En la entrada está el estar y el escritorio, abajo en la planta baja está el comedor y la cocina, y por encima cuatro dormitorios de niños y uno principal.
La casa daba la impresión de invisibilidad por la generosidad de aberturas y transparencias luminosas, cerca de la realidad es más palpable, más pesado. El concreto no acabado a lo largo de la cocina y la estructura de la fachada principal tiene una materialidad exacerbada por las expuestas amarras de la estructura. Las paredes laterales (una pintada de color rojo oscuro) obligan una lectura unificada del volumen interno. Como en respuesta a otra lógica formal independiente, la estructura de madera laminada encolada soporta los planos que van ocurriendo en el nivel medio, el uno del otro.
Desde la cocina de la planta baja y el espacio del comedor se van articulando la oficina de nivel medio, el hall de entrada, la habitación de un niño y el dormitorio principal en la parte superior. Cómo el vacío se va perdiendo en el interior de la casa (sólo algunas fachadas de los planos tocan los límites de la caja), los espacios van siendo definidos por la escalera, por la posición de los baños, o no se definen de manera alguna. En el dormitorio principal un gran plano móvil-vertical abre su fachada para el resto de la casa, como un muro cortante. La misma estructura sustenta los diferentes planos que se transbordan para la fachada norte del edificio, siguiendo del sombreado y moldura del paisaje que se abren desde la cubierta. Referencia casi explícita al modernismo de Niemeyer sobre la cubierta de un segundo volumen, que se encuentra escondido donde se localizan las áreas de servicio, estudio y laboratorio fotográfico.
Pero si la cubierta es una referencia directa de la arquietctura de Pampulha en los años 40 que se convirtió en hegemónico la década siguiente, la Casa Villa del Rey dialoga con el modernismo brasilero mucho más por la lógica del vacío, la falta. Todo lo que hace mejor y más desarrollada, es el contrario de lo que se convirtió la famosa arquitectura mdoerna brasilera. La forma es rigurosa y sólida, lo opuesto a la ligereza y la permeabilidad de Niemeyer. El acabado es deliberádamente tosco, revelando a la superación del complejo de inferioridad brasilero en relación a la carencia de industrialización de los componentes o la frustración de una mano de obra poco calificada.
La casa Villa del Rey engrosa los detalles del encaje concreto-madera hechos de chapa plegada y tornillos, con la intención de permanencia de alambre fijo visible en el concreto armado, demostrando que la falta es parte integrante del proceso del proyecto.
Como texto del propio Carlos Teixeira que enaltece las cualidades estéticas-formales-sociales de la hierba capim, una hierba común brasilera que persiste en insiste en todos los terrenos, será absolutamente hermosa cuando esté asumida. Pero no todo stá terminado, lo mejor de la casa está en la estructura de la madera laminada encolada que se apoya y se une al volumen de la caja. La tecnología aún está precaria en Brasil, apesar de que producimos (o desperdiciamos en forma de aserrín y desechos) enormes volúmenes de madera bruta, el uso de la madera laminada encolada inaugura una posibilidad constructiva absolutamente coherente con el manejo sustentable de las áreas naturales y las posibilidades digitales del proyecto y fabricación de construcción.
La Casa Villa del Rey, la tecnología de la madera laminada encolada y el pegado de precisión high tech para la rigurosidad del concreto y los detalles de encaje, dialoga también con el modernismo brasilero por la misma lógica de la falta del vacío. Si la mayoría de las críticas respecto de la arquitectura moderna brasilera apunta para una exuberancia formal casada con el bajo desenvolvimiento tecnológico, la Casa Villa del Rey responde a esta pregunta con precisión: refinamiento tecnológico, rigor formal y discreción.
Arquitectos: Carlos M Teixeira (Vazio S/A)
Ubicación: Nova Lima - Minas Gerais, Brazil
Área: 270.0 m2
Año Proyecto: 1999
Fotografías: Eduardo Eckenfels, Jomar Bragança, Carlos Teixeira
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