En Punta Chica, un proyecto de vanguardia del año 45 recobra todo su esplendor con una reforma que respeta su líneas originales.
Un follaje selvático nos transporta a lugares exóticos se conecta con el living-comedor a través de a una terraza que es techo para los dormitorios. Son pocos los creadores que logran sorprender con diseños tan visionarios que sobrepasan su época, volviéndose clásicos de un futuro que saben ver antes que nadie.
Una pequeña muestra es esta casa de tres pisos en Punta Chica.
Allí, el estudio de La María, Prins y Olivera proyectó, en 1945, una casa cuya distribución se salía de la convención generalmente aceptada en aquel momento, ubicando en la planta baja los espacios privados y, en la alta, los públicos.
El acceso, por su parte, se ubicó en el nivel medio. Esto ocurrió seguramente porque el terreno frondoso se hizo oír, y el diseño resultó en una vivienda que se sirvió de su ruptura de alturas y desniveles para incorporar vistas únicas del Río de la Plata.
Bajo la sombra de la pérgola, un juego de sillas y la larga mesa de hierro y madera invitan a disfrutar del atardecer.
Durante la restauración se construyó una pileta aterrazada con un deck realizado por el Ing. Mariano Guerrero
El acceso, enmarcado por una bóveda curva, se ubicó en un nivel intermedio entre la planta baja y la alta.
Mesas de hierro con tapas en azul y rojo. Sillón de herencia familiar tapizado en cebra.
Adelantándose a su tiempo, este proyecto situó el living-comedor en la planta superior aprovechando las extraordinarias vistas al río.
En el sillón tapizado de blanco, almohadones. Sobre la pared roja del comedor y sobre la chimenea, obras de Clorindo Testa.
Con la nueva luz que le trae una ventana de techo y el color de accesorios y revestimientos, el altillo se convirtió en el cuarto de una adolescente.
El baño, con paredes de placas de vidrio de 30x30 esmaltadas color verde, se revistió con venecitas de Murvi para el piso.
Cama baja de líneas modernas, mesa de luz de madera y metal, la lámpara.
Un follaje selvático nos transporta a lugares exóticos se conecta con el living-comedor a través de a una terraza que es techo para los dormitorios.
Una pequeña muestra es esta casa de tres pisos en Punta Chica.
Allí, el estudio de La María, Prins y Olivera proyectó, en 1945, una casa cuya distribución se salía de la convención generalmente aceptada en aquel momento, ubicando en la planta baja los espacios privados y, en la alta, los públicos.
El acceso, por su parte, se ubicó en el nivel medio. Esto ocurrió seguramente porque el terreno frondoso se hizo oír, y el diseño resultó en una vivienda que se sirvió de su ruptura de alturas y desniveles para incorporar vistas únicas del Río de la Plata.
Bajo la sombra de la pérgola, un juego de sillas y la larga mesa de hierro y madera invitan a disfrutar del atardecer.
En el año 1995, los actuales dueños compraron esta casa distinguiendo el potencial escondido bajo el polvo de años de encierro. Muy pronto, la arq. Ana Boneo puso manos a la obra para reformar manteniendo la estructura original de la casa, concentrándose también en crear y disponer objetos que acompañaran sus ideas.
Durante la restauración se construyó una pileta aterrazada con un deck realizado por el Ing. Mariano Guerrero
Durante tres meses de obra, se hicieron todas las instalaciones a nuevo, como electricidad, calefacción y baños. También se restauraron filtraciones en la terraza de la planta alta y se construyó la pileta en otro nivel.
El acceso, enmarcado por una bóveda curva, se ubicó en un nivel intermedio entre la planta baja y la alta.
Mesas de hierro con tapas en azul y rojo. Sillón de herencia familiar tapizado en cebra.
El color se hizo presente para dar nueva vida. Magníficos techos a dos aguas revivieron con vigas azules, y se crearon puntos focales con paredes pintadas en la paleta de los rojos.
Obras de arte y textiles explosivos se reparten por cada espacio de la casa, mientras terrazas y áreas exteriores acercan los espacios de la casa a una vegetación tan viva como exótica.
"Más que nada, la casa daba para usar tonos fuertes en ciertos puntos", comenta la arquitecta Boneo. "Como está tan rodeada de follaje, siempre la vi como una casa de verano, y me atraía la idea de darle un aire del Caribe o Brasil a través de los colores, a pesar de que ya tenía mucha luz y vistas espléndidas".
Obras de arte y textiles explosivos se reparten por cada espacio de la casa, mientras terrazas y áreas exteriores acercan los espacios de la casa a una vegetación tan viva como exótica.
"Más que nada, la casa daba para usar tonos fuertes en ciertos puntos", comenta la arquitecta Boneo. "Como está tan rodeada de follaje, siempre la vi como una casa de verano, y me atraía la idea de darle un aire del Caribe o Brasil a través de los colores, a pesar de que ya tenía mucha luz y vistas espléndidas".
Adelantándose a su tiempo, este proyecto situó el living-comedor en la planta superior aprovechando las extraordinarias vistas al río.
En el sillón tapizado de blanco, almohadones. Sobre la pared roja del comedor y sobre la chimenea, obras de Clorindo Testa.
Con la nueva luz que le trae una ventana de techo y el color de accesorios y revestimientos, el altillo se convirtió en el cuarto de una adolescente.
El baño, con paredes de placas de vidrio de 30x30 esmaltadas color verde, se revistió con venecitas de Murvi para el piso.
Cama baja de líneas modernas, mesa de luz de madera y metal, la lámpara.
Bacha tradicional, grifería Tecnogrif y una mesada de mármol arabescato.
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