En un lote con vista al río se alza esta casa donde se funden diferentes colores, texturas y formas.
Esta casa se acomoda a la pendiente de la barranca e incorpora su desnivel, que alcanza los 7 metros en su punto máximo.
"Cuando vinimos a ver la casa que había en este lote, quedamos fascinados con la barranca con vista al río y el pino centenario, pero salimos huyendo: la construcción nos pareció insalvable.
En el living, dos sillones de 3m de largo, está limitado por dos BKF originales en cuero de vaca que le fueron regaladas a la madre de la arquitecta.
Pasó el tiempo y, al no encontrar una opción convincente, volvieron a aquel jardín (a la casa no quisieron ni entrar) cuya imagen no dejaba de rondarlos. Le pidieron al dueño media hora a solas bajo el pino para tomar una decisión difícil: comprar para demoler y volver a construir.
El living es el único ambiente con piso de madera. Para evitar postigones,en la planta baja se pusieron vidrios dobles de seguridad.
En el hall de entrada, que se comunica con el living-comedor, dos antiguos espejos holandeses se lucen sobre la pared de hormigón armado.
El comedor diario, con una mesa y sillas Saarinen, tiene un pequeño escritorio o rincón de recetas junto a la banqueta de lapacho, diseño de Paula Lavarello.
La cocina, abierta al exterior, está ubicada en el vértice donde se encuentran las rectas del área social y del espacio más íntimo de la planta baja.
Salvo el living-comedor, que es de madera, toda la casa tiene piso de cemento alisado.
"Es una decisión brillante para un tipo de casa como ésta, tan abierta al jardín. Si los chicos entran con los pies mojados, no es un drama, ni tampoco si vuela la pinocha del árbol. Se los encargué a Edfan en color ‘Gris Plata’.
Después del cemento, viene como una "oleada" de este tono plateado, que disimula cualquier fisura (hay que tener en cuenta que estos pisos se agrietan paralelo a las juntas de dilatación, por lo que hay que pensar en dónde se hacen)", comenta Paula Lavarello con conocimiento de causa.
El playroom, en el extremo de la L, con sillones de Churba originales frente a una mesa baja de fresno macizo diseñada por Paula Lavarello.
Subiendo la escalera, que tiene como último tramo de baranda un antiguo caballo de calesita, el estudio.
El toilette tiene un empapelado vintage que Paula Lavarello encontró casualmente en un pequeño local de la calle Talcahuano.
Como la familia se mudó a principios de 2008, cuentan que, con el correr de los meses, van descubriendo varias casas en una o, más bien, varias formas de vivir en una misma casa. El primer otoño los encontró reuniéndose con frecuencia en el comedor bajo el pino; el primer verano, a pura pileta. "Yo digo que, arriba, es la casa del sol; abajo, una muy diferente, más resguardada y protegida".
Fanático de Boca, el dueño de este cuarto eligió el azul y percheros de Fernando Poggio con los colores de su club.
El baño de los chicos revestido en venecitas de vidrio de 5x5 con bacha de resina apoyada sobre mármol de Carrara.
El marrón de las cortinas y el verde repiten la tranquilidad del paisaje, que en el dormitorio cobra energía con el anaranjado del cubrecama.
Para disfrutar de la cercanía con el pino, en un rincón vidriado que nos hace flotar, chaise longue de los años 50 apoyada sobre una alfombra de Wool.
Esta casa se acomoda a la pendiente de la barranca e incorpora su desnivel, que alcanza los 7 metros en su punto máximo.
"Cuando vinimos a ver la casa que había en este lote, quedamos fascinados con la barranca con vista al río y el pino centenario, pero salimos huyendo: la construcción nos pareció insalvable.
No es que estuviera en tan malas condiciones, pero tenía una pésima distribución, ventanas y cuartos chiquitos y la pendiente mal aprovechada: para dar una idea, el auto se estacionaba en lo que hoy es el playroom, y de ahí subías a la casa (en el nivel donde está la pileta) con techo a cuatro aguas", rememora Lavarello.
En el living, dos sillones de 3m de largo, está limitado por dos BKF originales en cuero de vaca que le fueron regaladas a la madre de la arquitecta.
Pasó el tiempo y, al no encontrar una opción convincente, volvieron a aquel jardín (a la casa no quisieron ni entrar) cuya imagen no dejaba de rondarlos. Le pidieron al dueño media hora a solas bajo el pino para tomar una decisión difícil: comprar para demoler y volver a construir.
El living es el único ambiente con piso de madera. Para evitar postigones,en la planta baja se pusieron vidrios dobles de seguridad.
En el hall de entrada, que se comunica con el living-comedor, dos antiguos espejos holandeses se lucen sobre la pared de hormigón armado.
Los argumentos por el sí se sumaban rápidamente: no quedan muchos terrenos así y, yendo a lo urgente, su propio contrato de alquiler vencía en pocos meses. Paula y Javier finalmente lograron construir, tal como querían, una casa abierta al jardín ¡en sólo ocho meses! Ventajas de ser una armoniosa pareja de arquitectos.
El comedor diario, con una mesa y sillas Saarinen, tiene un pequeño escritorio o rincón de recetas junto a la banqueta de lapacho, diseño de Paula Lavarello.
La cocina, abierta al exterior, está ubicada en el vértice donde se encuentran las rectas del área social y del espacio más íntimo de la planta baja.
Salvo el living-comedor, que es de madera, toda la casa tiene piso de cemento alisado.
"Es una decisión brillante para un tipo de casa como ésta, tan abierta al jardín. Si los chicos entran con los pies mojados, no es un drama, ni tampoco si vuela la pinocha del árbol. Se los encargué a Edfan en color ‘Gris Plata’.
Después del cemento, viene como una "oleada" de este tono plateado, que disimula cualquier fisura (hay que tener en cuenta que estos pisos se agrietan paralelo a las juntas de dilatación, por lo que hay que pensar en dónde se hacen)", comenta Paula Lavarello con conocimiento de causa.
El playroom, en el extremo de la L, con sillones de Churba originales frente a una mesa baja de fresno macizo diseñada por Paula Lavarello.
Subiendo la escalera, que tiene como último tramo de baranda un antiguo caballo de calesita, el estudio.
El toilette tiene un empapelado vintage que Paula Lavarello encontró casualmente en un pequeño local de la calle Talcahuano.
Como la familia se mudó a principios de 2008, cuentan que, con el correr de los meses, van descubriendo varias casas en una o, más bien, varias formas de vivir en una misma casa. El primer otoño los encontró reuniéndose con frecuencia en el comedor bajo el pino; el primer verano, a pura pileta. "Yo digo que, arriba, es la casa del sol; abajo, una muy diferente, más resguardada y protegida".
Fanático de Boca, el dueño de este cuarto eligió el azul y percheros de Fernando Poggio con los colores de su club.
El baño de los chicos revestido en venecitas de vidrio de 5x5 con bacha de resina apoyada sobre mármol de Carrara.
El marrón de las cortinas y el verde repiten la tranquilidad del paisaje, que en el dormitorio cobra energía con el anaranjado del cubrecama.
Para disfrutar de la cercanía con el pino, en un rincón vidriado que nos hace flotar, chaise longue de los años 50 apoyada sobre una alfombra de Wool.
La pileta está rodeada por un borde y un solárium de deck y, en uno de los laterales, por un murete de hormigón.
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