Con una fuente como protagonista, este patio de 90m2 "en una planta baja de Palermo" se convirtió en un espacio exuberante e íntimo.
Para mayor privacidad, bajo una pérgola y sobre el deck de madera se armó un estar con sillones de hierro diseñados por el dueño de casa, almohadones de tela impermeable y, para dar color, almohadones realizados con saris de India. En el centro se dispusieron juntas dos mesas ratonas de granito sin pulir con un plato de la India y velas naranjas a pila. Junto al sillón, portavelas de bambú ‘Piramide’. La iluminación se hizo con artefactos ‘AR 111’ en maceteros y dicros embutidas en el deck.
En un rincón del patio que mantuvo el piso original de baldosones de piedra, mesa con sillas de madera plegable ‘Udine’ y mantel marroquí azul y blanco comprado en West Elm, EE.UU. La bandeja es de Vietnam, comprada en Chile, y los vasitos marroquíes son de Zara Home, Barcelona. Para llevar las altas paredes del patio a una escala humana, en algunos sectores se aplicaron ladrillos tipo piedra en las paredes, como detrás de este banco de madera alargado donde se colocaron orquídeas. En el piso, ‘Purnoides’ realizados con material descartable de la industria textil.
La fuente –gran protagonista de este patio– se ubicó contra la alzada de ladrillos de piedra en la pared. Diseñada especialmente para el lugar, reproduce un mascarón de proa, con frutas y vegetación, sobre una piedra comprada al pintor Sergio Roggerone. Estratégicamente iluminada, se la rodeó de verde con un gran cantero con macetas de cemento ubicadas sobre los respiraderos de la cochera que se encuentra debajo del patio.
El paisajismo, a cargo de Fernando Luconi y del dueño de casa, tuvo que restringir la selección de especies al poco sol directo que recibe el espacio, sombrío y de paredes altas. El desafio –muy bien logrado– fue crear una vegetación exuberante y ordenada, que diera vida y contrastara con el cemento.
Para mayor privacidad, bajo una pérgola y sobre el deck de madera se armó un estar con sillones de hierro diseñados por el dueño de casa, almohadones de tela impermeable y, para dar color, almohadones realizados con saris de India. En el centro se dispusieron juntas dos mesas ratonas de granito sin pulir con un plato de la India y velas naranjas a pila. Junto al sillón, portavelas de bambú ‘Piramide’. La iluminación se hizo con artefactos ‘AR 111’ en maceteros y dicros embutidas en el deck.
En un rincón del patio que mantuvo el piso original de baldosones de piedra, mesa con sillas de madera plegable ‘Udine’ y mantel marroquí azul y blanco comprado en West Elm, EE.UU. La bandeja es de Vietnam, comprada en Chile, y los vasitos marroquíes son de Zara Home, Barcelona. Para llevar las altas paredes del patio a una escala humana, en algunos sectores se aplicaron ladrillos tipo piedra en las paredes, como detrás de este banco de madera alargado donde se colocaron orquídeas. En el piso, ‘Purnoides’ realizados con material descartable de la industria textil.
La fuente –gran protagonista de este patio– se ubicó contra la alzada de ladrillos de piedra en la pared. Diseñada especialmente para el lugar, reproduce un mascarón de proa, con frutas y vegetación, sobre una piedra comprada al pintor Sergio Roggerone. Estratégicamente iluminada, se la rodeó de verde con un gran cantero con macetas de cemento ubicadas sobre los respiraderos de la cochera que se encuentra debajo del patio.
El paisajismo, a cargo de Fernando Luconi y del dueño de casa, tuvo que restringir la selección de especies al poco sol directo que recibe el espacio, sombrío y de paredes altas. El desafio –muy bien logrado– fue crear una vegetación exuberante y ordenada, que diera vida y contrastara con el cemento.
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