Ya sabemos: el espacio nunca sobra. Por eso siempre es interesante (y hasta divertido) ver algunas propuestas para ahorrar algunos metros.
Cuando se suele hablar de una cocina laboratorio, uno se refiere a aquellas realizadas con materiales novedosos que tienden a esconder todo y que parecen pensadas más para mirar que para cocinar. Esto puede ser verdad, pero ese espíritu también está en la forma en que la cocina deja que se viva a sí misma.
En este sentido, el caso que presentamos acá es paradigmático. Este diseño, desarrollado por dos estudiantes franceses (Lou Xiaoyu y Mathieu Peyroulet), encajaría claramente en la idea de una cocina "fría". Sin embargo, la forma en que el prototipo fue pensado es mucho más amigable y "social" (si es que se puede usar este adjetivo) que cualquier cocina "cálida" que veamos.
Cuando se suele hablar de una cocina laboratorio, uno se refiere a aquellas realizadas con materiales novedosos que tienden a esconder todo y que parecen pensadas más para mirar que para cocinar. Esto puede ser verdad, pero ese espíritu también está en la forma en que la cocina deja que se viva a sí misma.
En este sentido, el caso que presentamos acá es paradigmático. Este diseño, desarrollado por dos estudiantes franceses (Lou Xiaoyu y Mathieu Peyroulet), encajaría claramente en la idea de una cocina "fría". Sin embargo, la forma en que el prototipo fue pensado es mucho más amigable y "social" (si es que se puede usar este adjetivo) que cualquier cocina "cálida" que veamos.
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