Inicialmente el espacio a intervenir estaba saturado e inaccesible en algunos rincones, no había conexión entre el jardín de ingreso y el taller, pues a pesar de tener ventanas se había perdido esta relación.
La clienta lo que buscaba del espacio es que sea blanco, vacío, minimal, que se aproveche la luz del día, que se prioricen las vistas y que se enfatice la relación con el jardín y con la montaña lejana.
La construcción se llevó a cabo en dos meses y medio, en la parte posterior de una casa de aproximadamente 50 años. La intervención es independiente de la casa y se muestra como un lugar para escapar, en el que se Está, se Juega, se Medita, se Escucha música, se Aprecia la naturaleza y sobre todo se Crea.
Todo el espacio es mínimal y en él la luz es protagonista. Es un escenario que permite múltiples acciones, un espacio flexible con mobiliario portátil: se quitan, se ponen mesas y taburetes, o al esconder todo, se deja el espacio vacio para que ocurra cualquier cosa. Se puede, también, extender una gran alfombra para trabajar con grupos en el suelo.
Se recoge madera de una casa antigua que fue demolida y se traslada para usarla en las intervenciones.
Se crearon volúmenes espaciales. Se quería que con un solo elemento se pueda resolver la construcción.
Se obtuvieron nuevos espacios a través de la fragmentación en niveles para experimentar el lugar en sus diferentes alturas y vivirlo como un todo.
Ubicación: La Gasca, Quito, Ecuador
FUENTE: TECNOHAUS
La consigna fue limpiar visualmente, quitar paredes, crear amplios y prácticos espacios para almacenar, organizar los materiales y esconder los objetos de trabajo.
La clienta lo que buscaba del espacio es que sea blanco, vacío, minimal, que se aproveche la luz del día, que se prioricen las vistas y que se enfatice la relación con el jardín y con la montaña lejana.
Se buscaba espacios donde uno se sienta cómodo y protegido.
Al contar con un presupuesto bajo, la mayor parte de lo que se sacó del espacio original debía reacomodarse en el espacio intervenido. Se recicla, casi en su totalidad.
Al contar con un presupuesto bajo, la mayor parte de lo que se sacó del espacio original debía reacomodarse en el espacio intervenido. Se recicla, casi en su totalidad.
La construcción se llevó a cabo en dos meses y medio, en la parte posterior de una casa de aproximadamente 50 años. La intervención es independiente de la casa y se muestra como un lugar para escapar, en el que se Está, se Juega, se Medita, se Escucha música, se Aprecia la naturaleza y sobre todo se Crea.
Todo el espacio es mínimal y en él la luz es protagonista. Es un escenario que permite múltiples acciones, un espacio flexible con mobiliario portátil: se quitan, se ponen mesas y taburetes, o al esconder todo, se deja el espacio vacio para que ocurra cualquier cosa. Se puede, también, extender una gran alfombra para trabajar con grupos en el suelo.
Se recoge madera de una casa antigua que fue demolida y se traslada para usarla en las intervenciones.
Se crearon volúmenes espaciales. Se quería que con un solo elemento se pueda resolver la construcción.
Los nuevos volúmenes son macizos, repetición de la madera, una pieza al lado de la otra (piso, pared, techo), generando un nido (altillo) y un balcón hacia el exterior, esta caja del ingreso recupera la vista hacia la loma del Pichincha y conecta el interior con el jardín, que se convierte en una presencia icónica. Lo nuevo se intensifica, contrastando con las paredes blancas.
La masividad y pesadez se expresan con varilla como si se tratase de un hilo, con sutileza y liviandad. La varilla se convierte en soporte estructural, gradas, pasamanos y demás. Los nuevos elementos son ligeros y desafían a la gravedad
La estructura del techo de madera se simplifica y se añade transparencia con un vidrio enorme. Por tanto este interior tiene la apariencia de un exterior. Lo que favorece el estar continuamente a lo largo del día, en contacto con los cambios de luz.
Se obtuvieron nuevos espacios a través de la fragmentación en niveles para experimentar el lugar en sus diferentes alturas y vivirlo como un todo.
Ubicación: La Gasca, Quito, Ecuador
Arquitecto: Daniel Moreno
Equipo: Felipe Ordoñez y Esteban Benavides
Constructor: Fabian Tenório
Propietaria: Artista Pilar Flores
Superficie: 78.5 m2
Año: 2009
Presupuesto: $ 7.000 (dólares)
Materialidad: Madera, varilla, cortina, vidrio, piedra
Fotografías: Daniel Moreno
FUENTE: TECNOHAUS
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