Con vistas al Cantábrico, esta casa de veraneo se aleja del tópico de segunda residencia. Bien reformada, acogedora y con estilo, lo tiene todo para enamorar.
Bajo un toldo extensible, que protege el porche del sol, se creó una zona de estar con muebles de diseño actual y un alegre contraste de colores. Se orienta hacia el jardín, pero también mantiene conexión visual con el interior.
Con una fachada actual y ventanas más grandes, este chalé familiar, situado en la villa de Suances, en Cantabria, parece de nueva construcción, pero no es así. Era una casa antigua, habitada solo en vacaciones por sus propietarios, que viven en Palencia. Su idea era hacerla tan confortable como su residencia habitual. Los arquitectos, Luis Fernández Vallejo y Elena Fernández Estébanez, llevaron a cabo el proyecto de la reforma.
Con su marcado contraste, el negro aviva la intensidad del dúo rosa/rojo y realza la textura de la madera natural de la mesa de centro. A destacar, los múltiples matices del papel pintado en la pared y la alfombra, con efecto desgastado.
La decoración del salón-comedor apuesta por la combinación de mobiliario de estilos diferentes y el contraste de colores y texturas. Los grandes ventanales, que enmarcan el paisaje, y el pavimento de lamas orientado hacia ellos, aportan orden a la diversidad de piezas.
El equipo de Galerías Aspa, con la decoradora Cristina García Conde a la cabeza, se encargó del interiorismo. El objetivo era transformar la casa en una vivienda actual, respetuosa con el entorno. Y así fue. Si antes miraba al mar y delante de ella había un prado de vacas, ahora, con los ventanales, el cielo, el Cantábrico y el prado forman parte de ella más que nunca.
Gracias a los miradores con pared acristalada, la fusión de exterior e interior es total. Además, pensando en todas esas vacaciones futuras, en la fachada principal se proyectó una pérgola con toldo plegable, para hacer del nuevo porche un ambiente acogedor y fresco. En cuanto a la decoración, el contraste de color, materiales y texturas es la nota dominante. Además, la apuesta por dar más protagonismo a las paredes con papeles pintados logra delimitar los ambientes y crear sensaciones muy diferentes.
Junto al comedor se creó un rincón de lectura y relax, con una chaise longue que, tapizada en turquesa, entona con el armario oriental y la carpintería.
El juego cromático destaca aún más ante la homogeneidad del pavimento; un porcelánico en lamas, que reproduce el aspecto de la madera y da continuidad visual a toda la casa, cocina incluida. El único ambiente sin él, es un baño en blanco y negro, un espacio wellness con formas orgánicas, y en cuyo diseño colaboró Teodora Antolín Liquete, de Materiales y Saneamientos Grajal.
En la cocina, se reservó el espacio más luminoso para ubicar el comedor de diario. Se optó por una mesa ovalada para favorecer la circulación.
Un papel con lunares y vibrante cromatismo focaliza la atención en el área de trabajo. En contraste, el blanco ultrabrillante del mobiliario y la encimera de Corian, un material sintético que también reviste parte de la pared, para protegerla de salpicaduras.
Para optimizar el espacio en la cocina, se proyectó una península que se prolonga en una barra para desayunos. Además de ampliar la superficie de trabajo, es clave en la distribución, ya que al estar equipada con la placa de cocción, permite al chef mantener el contacto visual con la barra y el office.
Con un papel pintado de rayas se delimita visualmente el office, y las paredes ganan protagonismo. En este ambiente pink & soft destaca una bonita alacena que, con puertas de cristal, multiplica la luminosidad.
Una dosis extra de vitalidad se siente en el dormitorio gracias al papel de lunares en un tono amarillo mostaza. A destacar, el cabecero de obra con aplique, interruptor y hornacina a modo de mesilla.
En el baño, sofisticado, el lavabo y la bañera, con sus líneas sinuosas y orgánicas, destacan como volúmenes escultóricos sobre el porcelánico negro.
El juego de claroscuros en paredes y muebles potencia la claridad del dormitorio, donde las pinceladas de color dinamizan la decoración.
Lo habitual, lo más visto y la primera opción que siempre se plantea es colocar la chaise longue en paralelo a los ventanales o al mirador. Aquí se hizo de otra forma, para disfrutar más del paisaje. Para acertar, hay que averiguar la orientación de cada casa.
El toldo no es un capricho, sino una necesidad. Protege la zona de estar del sol directo, pero también el interior de la casa. En este caso, es un modelo corredero instalado en una pérgola adosada a la fachada.
Bajo un toldo extensible, que protege el porche del sol, se creó una zona de estar con muebles de diseño actual y un alegre contraste de colores. Se orienta hacia el jardín, pero también mantiene conexión visual con el interior.
Con una fachada actual y ventanas más grandes, este chalé familiar, situado en la villa de Suances, en Cantabria, parece de nueva construcción, pero no es así. Era una casa antigua, habitada solo en vacaciones por sus propietarios, que viven en Palencia. Su idea era hacerla tan confortable como su residencia habitual. Los arquitectos, Luis Fernández Vallejo y Elena Fernández Estébanez, llevaron a cabo el proyecto de la reforma.
Con su marcado contraste, el negro aviva la intensidad del dúo rosa/rojo y realza la textura de la madera natural de la mesa de centro. A destacar, los múltiples matices del papel pintado en la pared y la alfombra, con efecto desgastado.
La decoración del salón-comedor apuesta por la combinación de mobiliario de estilos diferentes y el contraste de colores y texturas. Los grandes ventanales, que enmarcan el paisaje, y el pavimento de lamas orientado hacia ellos, aportan orden a la diversidad de piezas.
El equipo de Galerías Aspa, con la decoradora Cristina García Conde a la cabeza, se encargó del interiorismo. El objetivo era transformar la casa en una vivienda actual, respetuosa con el entorno. Y así fue. Si antes miraba al mar y delante de ella había un prado de vacas, ahora, con los ventanales, el cielo, el Cantábrico y el prado forman parte de ella más que nunca.
Gracias a los miradores con pared acristalada, la fusión de exterior e interior es total. Además, pensando en todas esas vacaciones futuras, en la fachada principal se proyectó una pérgola con toldo plegable, para hacer del nuevo porche un ambiente acogedor y fresco. En cuanto a la decoración, el contraste de color, materiales y texturas es la nota dominante. Además, la apuesta por dar más protagonismo a las paredes con papeles pintados logra delimitar los ambientes y crear sensaciones muy diferentes.
Junto al comedor se creó un rincón de lectura y relax, con una chaise longue que, tapizada en turquesa, entona con el armario oriental y la carpintería.
El juego cromático destaca aún más ante la homogeneidad del pavimento; un porcelánico en lamas, que reproduce el aspecto de la madera y da continuidad visual a toda la casa, cocina incluida. El único ambiente sin él, es un baño en blanco y negro, un espacio wellness con formas orgánicas, y en cuyo diseño colaboró Teodora Antolín Liquete, de Materiales y Saneamientos Grajal.
En la cocina, se reservó el espacio más luminoso para ubicar el comedor de diario. Se optó por una mesa ovalada para favorecer la circulación.
Un papel con lunares y vibrante cromatismo focaliza la atención en el área de trabajo. En contraste, el blanco ultrabrillante del mobiliario y la encimera de Corian, un material sintético que también reviste parte de la pared, para protegerla de salpicaduras.
Para optimizar el espacio en la cocina, se proyectó una península que se prolonga en una barra para desayunos. Además de ampliar la superficie de trabajo, es clave en la distribución, ya que al estar equipada con la placa de cocción, permite al chef mantener el contacto visual con la barra y el office.
Con un papel pintado de rayas se delimita visualmente el office, y las paredes ganan protagonismo. En este ambiente pink & soft destaca una bonita alacena que, con puertas de cristal, multiplica la luminosidad.
Una dosis extra de vitalidad se siente en el dormitorio gracias al papel de lunares en un tono amarillo mostaza. A destacar, el cabecero de obra con aplique, interruptor y hornacina a modo de mesilla.
En el baño, sofisticado, el lavabo y la bañera, con sus líneas sinuosas y orgánicas, destacan como volúmenes escultóricos sobre el porcelánico negro.
El juego de claroscuros en paredes y muebles potencia la claridad del dormitorio, donde las pinceladas de color dinamizan la decoración.
Lo habitual, lo más visto y la primera opción que siempre se plantea es colocar la chaise longue en paralelo a los ventanales o al mirador. Aquí se hizo de otra forma, para disfrutar más del paisaje. Para acertar, hay que averiguar la orientación de cada casa.
El toldo no es un capricho, sino una necesidad. Protege la zona de estar del sol directo, pero también el interior de la casa. En este caso, es un modelo corredero instalado en una pérgola adosada a la fachada.
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