Sobre un pilar que sostiene un antiguo portón de hierro, un pequeño letrero con la palabra Angelus nos indica que estamos en el lugar indicado.
La entrañable posada, inaugurada hace apenas unos meses, nos recibe sin hacer alardes de su sofisticación. Su dueña Josefina Menéndez Behety, llegó a estos pagos hace varios años atraída por la tranquilidad de un pueblo de las sierras y por su pasión por el parapentismo, que aún practica cuando puede.
Cuenta Josefina que la casa fue construida por una familia irlandesa con un estilo inglés muy austero, clásico de las casas de los trabajadores de ferrocarril. Años más tarde, en 1932, la compró una familia de Buenos Aires para pasar sus veranos. Fueron ellos quienes les imprimieron un estilo más formal, sobre todo en sus interiores, que tienen mucho de estilo Tudor. El resultado fue una casa en la que aún hoy conviven dos estilos a la perfección, destacados por una ambientación sobria, que deja que el protagonismo se lo lleve la arquitectura y no la decoración.
Convertir el hogar de una familia numerosa en hotel le exigió a Josefina Menéndez Behety –que contó con la colaboración del arquitecto José Catalana– toda su energía. Uno de los objetivos fue crear más espacios comunes para los huéspedes. Para ello, el comedor original se transformó en un segundo living, y se trasladó el nuevo comedor a uno de los dormitorios contiguos. Además, se reubicaron baños para convertir los dormitorios en suites.
Para la decoración, se conservaron varios de los muebles que habían quedado en la casa, restaurados para darle un aire más actual: los sillones se retapizaron con colores claros y se blanquearon las paredes.
"Este es un lugar donde los huéspedes sienten tienen la misma privacidad e independencia que en una casa, me gusta que puedan entrar a la cocina y se preparen ellos mismos un trago en el bar. Todo eso, con el confort y servicio de un hotel", concluye. Bien felicitado para una anfitriona de lujo.
La entrañable posada, inaugurada hace apenas unos meses, nos recibe sin hacer alardes de su sofisticación. Su dueña Josefina Menéndez Behety, llegó a estos pagos hace varios años atraída por la tranquilidad de un pueblo de las sierras y por su pasión por el parapentismo, que aún practica cuando puede.
Cuenta Josefina que la casa fue construida por una familia irlandesa con un estilo inglés muy austero, clásico de las casas de los trabajadores de ferrocarril. Años más tarde, en 1932, la compró una familia de Buenos Aires para pasar sus veranos. Fueron ellos quienes les imprimieron un estilo más formal, sobre todo en sus interiores, que tienen mucho de estilo Tudor. El resultado fue una casa en la que aún hoy conviven dos estilos a la perfección, destacados por una ambientación sobria, que deja que el protagonismo se lo lleve la arquitectura y no la decoración.
Convertir el hogar de una familia numerosa en hotel le exigió a Josefina Menéndez Behety –que contó con la colaboración del arquitecto José Catalana– toda su energía. Uno de los objetivos fue crear más espacios comunes para los huéspedes. Para ello, el comedor original se transformó en un segundo living, y se trasladó el nuevo comedor a uno de los dormitorios contiguos. Además, se reubicaron baños para convertir los dormitorios en suites.
Para la decoración, se conservaron varios de los muebles que habían quedado en la casa, restaurados para darle un aire más actual: los sillones se retapizaron con colores claros y se blanquearon las paredes.
"Este es un lugar donde los huéspedes sienten tienen la misma privacidad e independencia que en una casa, me gusta que puedan entrar a la cocina y se preparen ellos mismos un trago en el bar. Todo eso, con el confort y servicio de un hotel", concluye. Bien felicitado para una anfitriona de lujo.
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