Visitamos a la decoradora Analía López Angriman en su casa de Nordelta: una estimulante mezcla de estilos y una fuerte apuesta por el color.
Mesita Isidora de hierro curvado, lámpara colgante, con una pantalla de 1m de diámetro entelada por dentro y por fuera.
No podríamos jurarlo, pero nos da la impresión de que Analía López Angriman está acostumbrada a distinguirse del resto. Buscando su casa tras seguir las vagas indicaciones que nos dieron en la entrada de su barrio, no dudamos de que habíamos llegado a la dirección correcta apenas vimos el hall exterior, poblado de marcos antiguos.
La mesa ratona en laca blanca semimate en el centro. Las sillas Wire de Charles Eames se suavizaron con almohadones.
Analía volvió al país a fines de 2006, después de haber vivido seis años en México. Allí siguió su carrera profesional, por ejemplo, montando dos espacios en la muestra Casa Mayor (algo así como la versión mexicana de Casa FOA) junto con su amiga Lorena Massimino, compañera de estudios en la Biblioteca de la Mujer. Y les fue bárbaro.
"Presentamos algo bien distinto a lo que se ve allá, donde no hay muchos matices entre lo puramente folklórico y el minimalismo más absoluto plagado de muebles de diseño italiano. Hicimos algo con onda, más argentino, pero con referencias inglesas, que es lo que nos encanta: esa magia que tienen para inventar una solución increíble con muy poca plata. En 2005 ganamos el primer premio, que no pude recibir porque tuve que salir corriendo al sanatorio donde nació mi segunda hija." De allí a que llovieran proyectos, incluyendo la ambientación de varios restaurantes de moda, sólo un paso.
Ya de vuelta, se reencontró con Lorena, y decidieron darle forma a un emprendimiento de decoración que bautizaron Sopa Inglesa. "Así se llama un antiguo postre, y en eso va nuestro amor por lo retro. En segundo lugar, aunque el plato es de origen italiano, el nombre hace referencia a los ingleses que tanto admiramos (como Ilse Crawford, por ejemplo). Finalmente, la palabra ‘sopa’ alude a la mezcla, una de nuestras señas de identidad."
Un aparador de campo, caramelera con tapa con forma de corona, florero de vidrio soplado adquirido en México y frascos y botellas antiguas
Y amplía: "Creamos objetos que me gusta llamar caprichos o antojos. Todo lo que hacemos es prescindible, pero no superfluo. Es algo así como lo que pasa con el famoso vestidito negro –que siempre te hace quedar bien–, pero que, dependiendo de los accesorios, podés usar al mediodía o a la noche. Pensamos en objetos que levanten una casa de base neutra (desde una pantalla impactante, almohadones, una consola rara con patas de un torneado original hasta silloncitos rejuvenecidos), y lo hacemos mayormente con muebles que mandamos a hacer o reciclamos y a los que les agregamos géneros ingleses, no todos necesariamente de tapicería, pero siempre súper coloridos y más económicos de lo que por lo general se ofrece acá."
En el comedor diario, una mesa de 1,60 x1m con tapa de fórmica blanca y patas cromadas y sillas de madera de zebrano de Italia
Fila de bancos de madera maciza comprados en Tigre puntean el pasillo al aire libre que linda con el living. Lámpara de 1,50m realizada con hilos de caracolas nacara
El hall exterior marca el tono de originalidad que será una constante en el recorrido de la casa. Allí encontramos fotos con antiguos marcos moldurados
Alfombra de cuero de vaca, sillón bergère de alto respaldo tapizado en cuero capitoné, lámpara con pie de madera
Baño de niñas con detalles como el silloncito de jardín con un almohadón a lunares comprado en Francia y una cortina estilo retro
Los paños de cortina de algodón estampado y de organdí de algodón con motas bordó. camas de madera laqueada
Pared vestida con ropa de garbardina blanca diseñada especialmente para este ambiente y almohadones de diferentes géneros
Mesita Isidora de hierro curvado, lámpara colgante, con una pantalla de 1m de diámetro entelada por dentro y por fuera.
No podríamos jurarlo, pero nos da la impresión de que Analía López Angriman está acostumbrada a distinguirse del resto. Buscando su casa tras seguir las vagas indicaciones que nos dieron en la entrada de su barrio, no dudamos de que habíamos llegado a la dirección correcta apenas vimos el hall exterior, poblado de marcos antiguos.
Sillón proyectado por Risom para la firma Knoll en los años 40
La mesa ratona en laca blanca semimate en el centro. Las sillas Wire de Charles Eames se suavizaron con almohadones.
Analía volvió al país a fines de 2006, después de haber vivido seis años en México. Allí siguió su carrera profesional, por ejemplo, montando dos espacios en la muestra Casa Mayor (algo así como la versión mexicana de Casa FOA) junto con su amiga Lorena Massimino, compañera de estudios en la Biblioteca de la Mujer. Y les fue bárbaro.
"Presentamos algo bien distinto a lo que se ve allá, donde no hay muchos matices entre lo puramente folklórico y el minimalismo más absoluto plagado de muebles de diseño italiano. Hicimos algo con onda, más argentino, pero con referencias inglesas, que es lo que nos encanta: esa magia que tienen para inventar una solución increíble con muy poca plata. En 2005 ganamos el primer premio, que no pude recibir porque tuve que salir corriendo al sanatorio donde nació mi segunda hija." De allí a que llovieran proyectos, incluyendo la ambientación de varios restaurantes de moda, sólo un paso.
Tapizado con un género inglés, su presencia corta el clima más bien frío
Centro de chapa patinada en blanco. Sillones capitoné de arpillera rústica
Ya de vuelta, se reencontró con Lorena, y decidieron darle forma a un emprendimiento de decoración que bautizaron Sopa Inglesa. "Así se llama un antiguo postre, y en eso va nuestro amor por lo retro. En segundo lugar, aunque el plato es de origen italiano, el nombre hace referencia a los ingleses que tanto admiramos (como Ilse Crawford, por ejemplo). Finalmente, la palabra ‘sopa’ alude a la mezcla, una de nuestras señas de identidad."
Un aparador de campo, caramelera con tapa con forma de corona, florero de vidrio soplado adquirido en México y frascos y botellas antiguas
Y amplía: "Creamos objetos que me gusta llamar caprichos o antojos. Todo lo que hacemos es prescindible, pero no superfluo. Es algo así como lo que pasa con el famoso vestidito negro –que siempre te hace quedar bien–, pero que, dependiendo de los accesorios, podés usar al mediodía o a la noche. Pensamos en objetos que levanten una casa de base neutra (desde una pantalla impactante, almohadones, una consola rara con patas de un torneado original hasta silloncitos rejuvenecidos), y lo hacemos mayormente con muebles que mandamos a hacer o reciclamos y a los que les agregamos géneros ingleses, no todos necesariamente de tapicería, pero siempre súper coloridos y más económicos de lo que por lo general se ofrece acá."
En el comedor diario, una mesa de 1,60 x1m con tapa de fórmica blanca y patas cromadas y sillas de madera de zebrano de Italia
Fila de bancos de madera maciza comprados en Tigre puntean el pasillo al aire libre que linda con el living. Lámpara de 1,50m realizada con hilos de caracolas nacara
El hall exterior marca el tono de originalidad que será una constante en el recorrido de la casa. Allí encontramos fotos con antiguos marcos moldurados
Alfombra de cuero de vaca, sillón bergère de alto respaldo tapizado en cuero capitoné, lámpara con pie de madera
Escritorios de roble con patas torneadas y el otro de tapa blanca y pata doble
Baño de niñas con detalles como el silloncito de jardín con un almohadón a lunares comprado en Francia y una cortina estilo retro
Los paños de cortina de algodón estampado y de organdí de algodón con motas bordó. camas de madera laqueada
Pared vestida con ropa de garbardina blanca diseñada especialmente para este ambiente y almohadones de diferentes géneros
Una imagen del contrafrente, da idea de la gran transparencia de la casa.
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