El departamento consistía en un conjunto de espacios en los que se apreciaban diferentes tiempos sobrepuestos. Usos diversos que habían acumulado elementos y capas sobre sus muros a lo largo de los años, y habían acabado por conformar un ambiente extraño y desdibujado. A pesar de la confusión se podía apreciar la potencia de sus características definitorias originales: una estructura de espacios encadenados separados por una potente sucesión de muros de carga, un pavimento de mosaico hidráulico con distinción de jerarquía de usos, y los techos ritmados conformados por bovedillas cerámicas y vigas de madera.
Nos pareció que un trabajo de reforma debía sacar el máximo partido de lo que se encuentra. Como pasa en la ciudad, que es un conglomerado de tiempos históricos diferentes que se contaminan mutuamente, que se entretejen en un todo complejo y ambiguo. Aunque en este caso la preexistencia no tenía un valor patrimonial ni histórico excepcional, era perfectamente aprovechable y atractiva, y nos llevó a una estrategia de reciclaje y transformación, con límites difusos, a la que insertamos nuevos elementos funcionales concentrados y diferenciados.
Reaprovechamiento y transformación
Se eliminaron los elementos accesorios prexistentes de muros y techos hasta llegar a los elementos esenciales definidores del espacio y se realizó una limpieza estratégica (y no “higiénica”), manteniendo trazas, marcas y capas de pintura. Un proceso de consolidación (refuerzos estructurales y grapado de grietas) devolvió la firmeza a las zonas críticas. Se realizo también una homogeneización cromática y optimización de la iluminación natural.
Añadido
Mediante la construcción de módulos autónomos cerrados, como cajas, se redistribuye el programa, ubicando en ellos los servicios y espacios de almacenaje. Estos volúmenes mantienen el acabado blanco, unificándose cromáticamente con el espacio contenedor. Se instala una subestructura aparente de madera por el exterior, a modo de embalaje, resaltando la importancia del interior.
Las redes de instalaciones se concentraron estratégicamente en los intersticios entre las “cajas” y el espacio general, evitando generar nuevas fisuras en los paramentos verticales.
Arquitectos: Vora arquitectura
Ubicación: Carrer Gran de Gràcia, Barcelona, Spain
Equipo: Pere Buil y Toni Riba
Área: 120.0 m2
Año Proyecto: 2011
Colaboradores: Arnau Boronat, Ana Silva, Carolina Silva
Constructor: Fórneas Guida s.l.
Fotografías: Adrià Goula
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